¿De qué trata esta práctica?
Muchas personas llevan en silencio una sensación de soledad. No necesariamente porque les falte compañía. Más bien por un miedo que nos puede cerrar, incluso cuando sería valioso abrirnos. Tal vez también te ha pasado, que deberías haber salido al frente de otros, y en vez de sentirte confiado y conectado, sólo te quedó un nudo en la garganta.

La práctica de Conexión es un ejercicio breve, suave y al mismo tiempo profundamente transformador, que permite crear una conexión real entre tú y el otro ser — ya sea humano, animal, planta, espacio o incluso una audiencia. Esta conexión no se basa en la intención o el comportamiento, sino en una sutil armonización entre la atención y la respiración.
Así se genera una presencia más abierta y auténtica, un estar-juntos que no controla, sino que sintoniza.
Esta práctica te ayuda a entrar en la Presencia Relacionada. Posibilita una conexión íntima y amorosa en la que los miedos pueden disolverse. Es útil cuando te preparas para una conversación, para conocer a alguien, para enseñar o para hablar en público. Y también cuando necesitas estar más presente en cualquier situación de tu vida. Además, te brinda experiencias hermosas si no solo la practicas con personas (o animales, plantas), sino también con el espacio que te rodea.
Ven conmigo a entrar en la Presencia Relacionada.
¿Cómo practicar?
Como ahora mismo estás leyendo, probablemente estés a solas. Así que empezamos conectándonos con el espacio que te rodea.
Llenar el espacio — Presencia segura en el entorno
Durante unos minutos realiza el ejercicio relajante de Preparación. Esto relaja tu cuerpo y te vuelve más abierto y receptivo. Cuando lleguen las sensaciones agradables en el cuerpo, párate en el centro de tu habitación. Colócate con los pies ligeramente separados, pon las manos sobre tu cintura, y al inhalar un poco más profundo, eleva ligeramente el pecho.
Cierra los ojos e imagina que inhalas el espacio que te rodea, y con cada exhalación te expandes dentro de ese espacio. Con cada exhalación vas llenando cada vez más la habitación. Inspiras entre los huecos de los muebles, incluso puedes entrar en los poros de las paredes. Tu respiración se hará naturalmente un poco más lenta durante el ejercicio, no hace falta que la controles. Solo obsérvala, deja que suceda de forma natural.
- Inhalas — acoges el espacio en ti. No lo posees, sino que prestas atención, como cuando ves, escuchas y recibes a otro.
- Exhalas — llenas el espacio con tu presencia. Te entregas a ese flujo.
Con la inhalación el mundo entra en ti. Con la exhalación tú entras en el mundo.
Después de dos ciclos respiratorios, abre los ojos (si los tenías cerrados) y continúa llenando y acogiendo el espacio unos minutos más. Nunca fuerces tu respiración. Sé amable contigo. Es posible que la respiración se vuelva más lenta y profunda por sí sola, pero no la fuerces. Solo acompaña el cambio.
Finalmente, suelta la atención puesta en la respiración y simplemente permanece presente. Observa las nuevas sensaciones corporales y las emociones que aparecen.
Conexión con un ser vivo
Veamos ahora cómo practicar la conexión con otra persona, animal o planta. Puedes mantener los ojos abiertos, pero si te resulta más cómodo, puedes cerrarlos unos segundos.
- Inhala suavemente, sin esfuerzo, imaginando que acoges al otro en ti. No posees, sino que te abres y permites la entrada.
- Al exhalar, imagina que te respiras dentro del otro, es decir, te entregas a la conexión. No es sumisión, sino el reconocimiento de que “yo también estoy presente aquí, en ti”.
Con uno o dos ciclos de respiración es suficiente. Luego puedes seguir con la práctica de la Compasión Doble, que profundiza aún más la Presencia Relacionada al unir tu mundo interior con el del otro ser vivo.
Conexión con un grupo o audiencia
Si te estás preparando para una charla o vas a dirigir un grupo, vale la pena comenzar con la práctica de llenar el espacio, que te ayudará a estar más confiado, vivo y presente. Cierra los ojos unos segundos e imagina que todo el grupo se funde en una sola persona, y realiza con ella la práctica de conexión según el apartado anterior.
Pensamientos finales
Durante la práctica te darás cuenta de que no eres un observador aislado, sino una parte orgánica del mundo, y que experimentas tu propia respiración. En realidad, no te conectas con nada porque nunca has estado verdaderamente separado. Solo tu atención crea la ilusión — a veces dolorosa, a veces hermosa — de separación y conexión. Pero no me lo creas. Solo piensa: ¿qué pasa cuando comemos una “zanahoria muerta”? ¿En qué momento deja de ser zanahoria y se convierte en parte de ti?
La práctica simplemente hace consciente lo que ya es: que a pesar de los límites de tu identidad, eres uno con todo lo que tocas, con lo que te rodea. También puedes reconocer que tu relación con el mundo no es solo teórica, sino un hecho biológico. El aire que inhalamos se convierte literalmente en parte de nuestro cuerpo, y lo que exhalamos puede alimentar a otros seres vivos y volverse parte de ellos.
A través del ritmo de la respiración, tu atención despierta suavemente la consciencia, que va experimentando su propia amplitud. Los límites comienzan a disolverse. Ya no es “estoy aquí en el espacio”, sino “el espacio y yo somos parte de un mismo flujo”. Con el tiempo, la experiencia de “respiro” puede transformarse en “la respiración sucede” — como si el mundo respirara a través de sí mismo, y tú solo fueras testigo de ello. Este testigo es la Presencia Relacionada.
